España es uno de los países europeos en los que las personas trabajadoras pasan más tiempo en el espacio de trabajo, y a su vez, en el que menos productivas son.

El principal motivo por el que las jornadas se alargan tanto en nuestro país, es por la distribución de la jornada, ya que, tradicionalmente, se usa más la jornada partida en la que las personas trabajadoras tiene un descanso de aproximadamente 2 horas a la hora de comer, es decir, entre las 14 h y las 16 h.

¿Qué consecuencias tiene en la salud de las personas trabajadoras?

La mala distribución de los horarios de trabajo, puede llegar a ser un factor de riesgo psicosocial, ya que afectará negativamente a la conciliación entre vida familiar y profesional, disminuirá el tiempo libre disponible para realizar, por ejemplo, ejercicio físico y provocará que se atrasen los horarios de cena, así como, de la hora de acostarse.

No solo eso, hay que tener en cuenta también que España es el país en el que se prescriben más ansiolíticos del mundo, por lo que este dato guarda relación con los problemas de salud mental que puede provocar en las personas trabajadoras el nivel de estrés en el trabajo, originado por la falta de tiempo.

La mala distribución de la jornada afecta también a los horarios de sueño y la somnolencia es un factor de riesgo para la seguridad no solo de la persona trabajadora que desempeña sus tareas individuales, sino también para el colectivo de personas que están a su alrededor en el espacio de trabajo, e incluso, en los desplazamientos hasta este, ya que se pueden producir accidentes in itinere si debe desplazarse hasta su puesto de trabajo.

Un ligero cambio en la jornada, como puede ser el adelantar la hora de entrada a las 8-8:30 de la mañana y reduciendo el parón para comer a 1 hora, puede ser determinante para que las personas trabajadoras puedan salir antes del trabajo, disfrutar de su tiempo libre, conciliar, hacer deporte, relajarse antes de comenzar la próxima jornada y poder dormir entre 7-8 al día.

Fuente: ElPeriodico, INSST