Todo empieza con un inocente mensaje de WhatsApp: "¿Quién se anima a hacer el amigo invisible?
Para hacer las asignaciones de amigos invisibles, podemos utilizar el método tradicional, utilizando los típicos papelitos con el nombre de cada uno, o una versión más sofisticada con softwares que hacen el reparto aleatorio. En ambos casos, hay que marcar unas normas mínimas para todas las personas participantes.
En cualquiera de las modalidades, vamos a necesitar de un organizador, que será nuestro "Delegado de Protección de Datos Invisible". Para que el reparto sea válido y no se hagan trampas, se deben adoptar medidas de seguridad para mantener la confidencialidad y disponibilidad de los datos, así como concienciar a los participantes de la importancia de mantener el debido secreto. ¿Y quién hará eso?, ¿quién verificará su cumplimiento? Esa es la labor de nuestro DPO Invisible, que, además, dada la naturalidad del juego, ¡también puede participar!
Pero, al igual que en las organizaciones y empresas, esta responsabilidad nace del trabajo de equipo, donde no debe recaer sobre una personalidad individual el compromiso del cumplimiento de las normas, ya que es cometido de todos los participantes seguir las normas y, sobre todo, lo más interesante, mantener el anonimato.
Conocer quién de tus amigos te va a regalar, o saber qué es lo que te van a regalar, hace que el juego pierda toda su gracia. La misma gracia que le hace a la AEPD saber que no cumples con la normativa de protección de datos ¿y sabes cuál es su regalo en estos casos? sí, una cuantiosa sanción.
Juega. diviértete, ¡pero sigue las reglas del juego!
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